04 de Abril


Un día normal y corriente, iba a comenzar mi primer día de clases, yendo con mis dos mejores amigas, una se llamaba Esther, otra Ana, y quedaba yo, Adalia. Cada paso que dábamos, era una sonrisa en nuestras caras, sonidos de risas por el aire, y una alegría que nunca se terminaría, pero al parecer era muy temprano para decirlo. Escuchábamos muchos murmullos sobre él, sí, Adolf Hitler, desde que él llegó todo es un infierno acá, aguantamos como podemos, yendo solamente a lugares que si aceptaban a los judíos, pero bueno, yo con que tenga salud, techo, comida, familia, amigos y educación, estoy más que conforme.
Me encontraba siempre con mis amigas, eramos como hermanas, inseparables, siempre íbamos juntas a la escuela. Cada vez que terminaba el cole, llegaba a mi casa, y mi hermanito siempre me asustaba, yo odio los sustos, pero era tan adorable que se la tenía que devolver siempre. Mis padres, bueno, últimamente se los veía muy callados pero siempre me preguntan cómo me iba en la escuela o cómo estaban mis amigas, ese tipo de cosas pero nada más de lo normal.
Al día siguiente me junté con mis amigas en un parque que quedaba en mi ciudad, Fráncfort del Meno, estábamos comiendo unas galletitas en el pasto sobre un hermosa tela grande que tenía en mi casa guardada en el sótano, hasta que vimos muchos soldados en motos y otros marchando, nos estaban gritando a nosotras y burlándose por ser judías, hasta el punto que uno de ellos se acercó, nos tiraron las galletitas al suelo, y las pisaron con esos borcegos grandes y sucios. Se fueron, y nosotras muertas del miedo y un poco tristes agarramos nuestras cosas y nos fuimos cada una a su casa. Cuando llegué, les conté todo a mis papás y casi ni me creyeron, yo me enojé, y les dije:
-Estoy harta de todo esto, es un infierno, no aguanto más a esos tipos uniformados, altos y feos, mudémonos a otro lugar, no aguanto más-
- Perdón hija no podemos hacer nada, sabes que no estamos muy bien económicamente, llegamos con lo justo para darles de comer a ti y a tu hermano, y pagar su escuela-respondió mi padre
-No es justo vivir así, algo tenemos que hacer- le dije.
-Lo sé, pero no tenemos otra forma, algún día saldremos de todo esto, no les contestes, respetalos y no hagas nada que pueda perjudicarte, son mucho más peligrosos de lo que crees-
-Y tu mamá? No dirás nada?-Con cara de tristeza le pregunté.
-Ya basta hija, vete a tu cuarto-respondió mi padre un poco molesto.
Mientras me iba a mi cuarto estaba enojada, triste y confundida a la vez, ¿Qué está pasando? ¿Porqué mi mamá no habla? ¿soy la única que no sabe de nada?, tantas preguntas recorriendo mi cabeza. Me di una ducha y me fui a dar una siesta, con mis lindas cobijas, dejar de pensar y despejar la mente un rato.
Se acercaba mi cumple, faltaba tan solo unos días, y ya tenía pensado qué hacer, a quién invitar, y muchas cosas más, estaba muy emocionada, quería que llegara el día, si, lo sé, 13 años no son nada, pero es un año más de vida y de señorita, porque ya me está bajando, y es horrible, pero soy una mujer.
Todo seguía normal y lo único que rondaba en mi cabeza era mi cumpleaños, es mañana, estoy super feliz, ya quiero que sea el día, 4 de abril de 1941, me mordía las uñas de lo emocionada que estaba. Me di una ducha calentita y me fui a dormir.
Me empecé a despertar y mis ojos se van achicando por el rayo del sol, que se van asomando a través de las cortinas de mi ventana, nunca dormí tan bien, abrí la puerta de mi habitación, y bajé a la cocina con mi pijama favorito, y comencé a ver por todos lados y no veo ni a mi mamá, ni mi papá, ni mi hermano, me preocupé y fui acercándome más a la mesa que quedaba en mi cocina y de repente de un salto aparecen todos gritando “¡FELIZ CUMPLEAÑOS!” y como toda persona normal se asusta, pues sí yo también me asusté, todos con una sonrisa en la cara, y una hermosa torta de chocolate con una velita en su centro prendida. En ese momento mi hermano me dice que pida un deseo. “Vamos pide un deseo!!!”, grita. “No lo puedes decir”, agrega mi madre.
-Y obvio, sino no se hacen realidad-remata mi papá.
Soplé y todos empezaron a gritar, yo con una sonrisa brillante de oreja a oreja no podía más de la emoción. Me vestí para la escuela, agarré la mochila, saludé a toda mi familia, abrí la puerta (mirándolos a ellos), cerré la puerta y me fui. Mientras iba caminando fui pensando en el deseo que pedí, siento que no hay otro mejor, que las personas que quiero nunca les pase nada malo. Mientras me iba pensando me crucé a mis amigas, me dieron un gran abrazo y me entregaron una cajita chiquita que tenía una pulsera que hizo mi amiga Ana, me la puse y me dí cuenta que todas teníamos una, las agarré a las dos y las abracé lo más fuerte que pude, les agradecí mucho, y después de ahí nos fuimos a la escuela. Terminaron las clases, todos me felicitaron, y cuando llegué a casa estaban mis padres en la mesa y se sentía un ambiente incómodo y tenso, mi papá súper triste con la mano en la frente, mi mamá llorando, y a mi hermano no lo veía, supuse que estaba en su cuarto. Arriba de la mesa había una carta y estaba abierta, me sentía confundida.
-Hija ven-dijo mi padre-necesitamos que agarres tu maleta y guardes tu ropa, lo necesario para estar unos días fuera de acá.
-¿Qué está pasando?, cuentenme.-respondí
Mis padres se veían uno al otro, para decidir si contarme o no, hasta que mi papá me dijo:
-Enviaron esta carta, (mostrando la carta) que dice que tenemos que empacar nuestra cosas, lo necesario, porque nos enviarán mañana a la noche a un lugar donde están todos los judíos encerrados….quedate tranquila nosotros estaremos juntos no nos van a separar-
Yo en shock, viendo a mi mamá llorar, ya entendía todo, no nos podían llevar a un lugar y encerrarnos, en esos segundos de mi vida sentía que era como un tren andando y que al cruzar un puente, se rompe todo, nos caemos todos, y se termina mi camino, mi vida, todo.
-¿Ancel sabe de todo esto? pregunté
-No lo sabe, es muy chico, solo tiene 7 años, solo le dijimos que nos íbamos de viaje por unos días-respondió mi papá.
-¡No le pueden mentir de esa manera!,¡¿no ven que nuestra vida se acaba cuando lleguemos a ese lugar?!-muy enfadada les dije.
Mis padres no decían nada, estaban súper triste, nunca los vi tan mal…estoy en shock.
            -Vamos a preparar las cosas-dijo mi padre
Subí y fui ayudar a mi hermano y luego iría a guardar lo mío, mientras veía a Ancel, no me imaginaría mi vida sin él, sin papá y sin mamá. Y lo abracé.
            -¿Qué pasa Adalia, por qué estás llorando?-me pregunta con esa voz tan dulce e inocente.
Me rompí por dentro y se me cayeron un par de lágrimas pero pude ser fuerte.
            -No es nada Ancel, te quiero muchísimo, nunca me faltes, ¿está bien?-
            -Yo nunca te faltaré ni tu a mí-me respondió con una sonrisa y un abrazo acogedor y hermoso.
Terminamos de empacar sus cosas y empecé con las mías, en un momento vi la pulsera que me regaló Ana, y volví romper llanto, ¿Qué haría sin mis amigas? ¿A ellas también se las van a llevar? mañana cuando vaya a la escuela las abrazaré los más fuerte que pueda.
Cuando fui a la escuela, me las encontré a ellas dos pero no se las veía bien, llevaban una tristeza profunda que cualquiera quien las viera se daría cuenta porque todo eran muy alegres. Me acerqué y les pregunté a ellas porque estaban triste, me empezaron a contar y es justo lo que me contaron a mí, todos nos iríamos a ese lugar, nos abrazamos y después de todo me volví a mi casa. Llegué y terminé de empacar lo último, todos tristes, sin un milagro que nos podría salvar.
Eran las 9 de la noche y empezamos a escuchar portazos, todos nos pusimos muy tensos y nerviosos, mi papá nos agarró a mi hermano y a mí,  nos llevó al sótano y mi mamá nos trajo las valijas y algo de comida por si llegáramos a sobrevivir, no entendía nada, estaban dando sus vidas por nosotros, empecé a rogarles que no se fueran, nos abrazaron.
            -Hijos míos cuidense mucho, los queremos, nunca los olvidaremos, no se preocupen por nosotros, pronto volveremos-dijo mi mamá
            -Noo mamá!!!, no se vayan!!!-dijo Ancel
Aunque estuviera desacuerdo en lo que decían mis padres, tenía que pensar bien y por el bien nuestro, agarré a mi hermano, y lo llevé abajo donde nos podríamos esconder, mi papá cerró la puerta del sótano e intentó pasar la llave con una notita por debajo de la puerta. Los portazos eran muy fuertes hasta tal punto que rompieron la puerta, esos malditos soldados agarraron a mis papás y se los llevaron pero lo que nunca pensaríamos nosotros es que empezaran a revisar por toda la casa que no hubieran más personas escondidas, rompían todo, desordenaban todo a su alcance, y mi hermano y yo escuchando todo esos ruidos horribles. Ya se empezaron a ir y no podía creer que nos salvamos, que extrañaría demasiado a mis padres, pero toda esa tranquilidad se terminó y escuchamos:
            -¡REVISEN EL SÓTANO!-
Yo muerta del miedo, agarré a mi hermano fuerte y le tapé la boca, entraron dos soldados a revisar todo, nosotros estábamos detrás de unas tablas de madera tapados con una lona grande que nos cubría por completo, pero por culpa del polvo Ancel lo aspiró y estornudó, los militares escucharon y se dieron cuenta que allí abajo había alguien, empezaron a hurgar hasta que se cayeron los tablones y nos descubrieron, yo entré en pánico y me negaba a ir, nos agarraron a los dos y nos llevaron a la fuerza, de los brazos nos llevaban y muy fuertes, nada delicados, aunque se venía venir y nos hicieron entrar a ese camión grande donde estaban nuestros papás.
Llegamos al campo de concentración, entre mi familia nos agarramos las manos, nos dividieron entre hombres y mujeres, y sentía como la mano de mi hermano y de mi papá se escapan de las mías, empecé a gritar como loca, igual que mi mamá, nos agarraron y nos llevaron a un lugar donde preguntaban tu nombre, te registraban, agarraban tu brazo, te marcaban, con algo filoso y con tinta, un cierto número, nos hicieron sacar la ropa y nos cortaron el pelo, nos mandaron a dormir, y al día siguiente nos dieron herramientas y nos pusimos a trabajar, ¿Qué habrá pasado con mi padre y mi hermano?, los extraño demasiado, ¿estarán bien?, por qué nos tienen que pasar esto a los judíos somos personas iguales que todos, ¿porque vivimos como una sociedad de porquería?, todo por culpa de ese impostor, Hitler, ojalá se pudra algún día como nosotros.
¿Qué será de mis amigas? mientras estaba trabajando en la tierra, una chica venía caminando y se chocó contra mí, sentía que lo hizo a propósito, entonces levanté la mirada y vi una cara que me sonaba demasiado, luego vi que en su muñeca tenía una pulsera igual a la que tenía mi amiga Esther, cuando la agarré de los hombros y ví mejor:
-Esther!!!-grité
-Adalia!!!-respondió
Nos abrazamos fuerte y le pregunté donde estaba Ana.
            -No sé dónde está, pensé que las habían matado a las dos y por no saber nada de ustedes me sentía muy sola- me respondió con un vacío en su interior.
            -Estoy super preocupada, ¿qué podemos hacer?-le pregunté
            -Yo ya probé de todo, le fui preguntando a todos y ninguno supo responderme- Muy devastada me responde.
            -Está bien, por ahora cuidémonos entre nosotras-
Pasaron semanas, y todavía no sé nada de Ancel, de papá, ni de Ana, espero que estén bien y no les haya pasado nada malo, ¿Por qué miento? si sé que lo malo es todo esto, desde que llegó Hitler al poder, pero desde que recibimos todos esa carta, ahí se fueron todas nuestras esperanzas de seguir en pie como judío,  literalmente un infierno vivimos ahora.
            Nunca me traumé tanto en mi vida, cada día me sentía más vacía por dentro, me sentía como un muñeco, nada de vida, nada de sentimientos, nada de nada….Veía cómo la gente moría por hambre, por frío, por enfermedades, hasta he oído que mandaban a judíos a unas habitaciones oscuras, donde estaban todos desnudos, donde largaban un gas raro que los mataba a todos uno por uno. En este campo nadie tiene un poco de empatía, nos tratan a todos como animales ordinarios, nunca pasé algo tan horrible en mi vida, lo único feo que viví fueron las peleas con mis padres, o cuando mi hermanito se lastimaba, solo espero salir adelante con mi familia y mis amigas.
Pasaron unos dos años desde que llegamos, y no aguanto más este dolor, mi mamá ya está enferma, y se queda en “cama”, o mejor dicho estructura de madera. Iba agarrando cada pedazo de tela que encontraba o algo para cubrirnos de frío y dárselas a mamá. En este lugar todos se roban todo, cuando alguien muere, le empiezan a robar las medias, las “mantas”, todo, para poder sobrevivir obviamente pero igual no se sentía nada bien hacerlo, hasta yo tuve que hacer lo un par de veces, pero es vivir o morir, no queda de otra. No supe más nada de mi familia, mamá se encontraba muy mal, cada día empeoraba, no podíamos sanarla, le traía comida todo el rato, pero nada, tan solo me quedaba con ella por que el día en que se fuera no lo podré tolerar. Al amanecer, como siempre miré a mi mamá para ver si está bien o le hayan robado algo, o si necesita algo, pero cuando la vi, estaba totalmente pálida, los labios grises, la tocaba para despertarla.
-Mamá, mamá, mamá- y nada
-Mamá, mamá, mamá- y nada
-Mamaaaaá!!!!-llorando grité. Se había ido.
-Noooo!!!!!-
Y como no todos empezaron acercarse para quitarle las cosas, y yo furiosa agarré las cosas y a mi mamá y les pegaba a todos para que se fueran. No podía creer la mala suerte que puedo tener, perdí a la persona que me dio la vida!. Solo me quedaba mi amiga, no podía quedarme sola, pero cuando fui a hablarle, me dijo que se tenía que ir, que la llevarían a un lugar.
            -Prométeme que volverás!-le dije
            -Te lo prometo amiga mía, no dejaré que nos separen- me respondió con una sonrisa que no veía hace mucho tiempo.
            Y se fue, pero nunca volvió…, yo estuve a poco de rendirme, decir ya basta a este sufrimiento y morirme de una vez por todas, pero yo nunca me rindo ni mucho menos pierdo la fé. Conocí a personas que me ayudaron a salir adelante, personas que sí valieron la pena en ese lugar de porquería, me cuidé lo más que pude, oí que sí el mundo exterior se diera cuenta de lo que estamos sufriendo a lo mejor nos podrían rescatar, pero esperé tanto tiempo que no sabía si seguir creyendo en ese rumor.
            Pasaron otros dos largos años, y aun así seguir luchando, no puedo creer lo fuerte que soy para aguantar todo esto, gracias a este encierro sé que soy capaz de soportarlo todo. Y así siguió hasta que llegó ese día que marcó mi vida de un día para otro, 4 de abril, pero esta vez de 1945, junto a unas personas que les empecé agarrar cariño, festejamos mi cumple con una sopa y algunos trocitos de pan, hasta pudimos conseguir una velita, con esas cosas yo ya me sentía alegre, festejar tu cumple con personas que si quieres a tu alrededor, y me dijeron las típicas 3 frases:
            -Vamos pide un deseo!-
-Acuérdate que no lo puedes decir-
-Y obvio, sino no se hacen realidad-
Soplé la vela y mi deseo siempre fue que las personas que quiero nunca les pase nada malo, pero eso ya cambió, mi nuevo deseo es que todas las personas tengan algo de amor en su interior.
            Pasó un mes y llegó ese día que tanto esperé, 8 de mayo de 1945, nunca olvidaré el día en el que fui libre, sentía como el mundo me dio una nueva oportunidad de crear desde 0 una nueva vida, con 17 años, tal vez no sea mayor de edad, pero creo que es suficiente para iniciar de nuevo.
            -Y abuela, ¿y tu papá y Ancel, qué les pasó?-preguntó mi nieta
            -La verdad no sé qué les pasó, nunca los volví a ver, pero, seguro que están en algún lugar de este mundo, y seguro habrán conseguido una hermosa vida como yo lo hecho, y tener hermosos regalos-respondí
            -¿Y cuáles son tus regalos abuela?-
            -Tu mami y tú, Esther, mi niña hermosa-
Y terminando mi historia, con 87 años de puras aventuras, he aprendido que nunca hay que rendirse por más que uno quiera, la vida está llena de obstáculos y nada es imposible, nunca hay que perder la fé en uno mismo y recuerda siempre pedir deseos.                        
-Mami!!!, a soplar las velas, vamos que 87 años no son nada!!!-
-Ahí voy Ana!!!- respondo
                                                                                                                     Fin...

Comentarios

Entradas populares de este blog

La soledad de América Latina